Convertidos en seguramente la banda de rock más importante de la actualidad, Pearl Jam regresan con «Lightning Bolt», un décimo disco de estudio en el que tratan de mantenerse vigentes mientras muchos de su generación retoman los instrumentos. Lo hacen con ligeros toques de experimentación y luchando por no repetirse demasiado y aunque ni todos los nuevos aires les sientan bien ni consiguen despegarse de la sombra de mejores tiempos, consiguen un disco ecléctico que cuando menos siembra la duda sobre su valía actual.
Toda banda que atraviesa una crisis de edad trata de volver a rockear y Pearl Jam no es excepción. El punk-rockero single «Mind Your Manners» enseña los dientes y marca la senda de los momentos más directos del disco, como «Getaway» con un groove animado y «Lightning Bolt», compleja y con mucho guiño a la psicodelia y los estallidos de guitarra de The Who, por no hablar del ímpetu de Eddie Vedder a lo Roger Daltrey.
En contraposición está el ocaso, la rendición a los clichés de la balada, siendo «Sirens» el caso más sangrante, insustancial AOR sólo salvado por la garganta de su vocalista. Aunque las lentas se acumulan en la parte final, con la innecesaria relectura del «Sleeping By Myself» del último disco de Eddie Vedder en solitario, el cierre a lo folk coral de «Future Days» y la algo más interesante «Yellow Moon».
En cuanto a los experimentos, no funciona el forzado glam vaquero de «Let The Records Play». «My Father’s Son» promete con su ambiente de soul psicodelico y acelerado, pero el parón tropical desbarata la canción por completo. El acierto es «Infallible» con sus teclados, extraña y de resplandeciente estribillo. Acompañada de la reflexiva «Pendulum» y la jovial «Swallowed Hole», invoca a los tiempos No Code-Yield-Binaural, lo que siempre es bienvenido.
Lleno de buenas intenciones no tan bien ejecutadas, «Lightning Bolt» es otro paso entrañable en una banda ya atemporal. El enésimo trabajo de un grupo de rock que asume su veteranía, que tiene casi todo dicho en disco y cuyo punto fuerte sigue siendo el directo. A «Lightning Bolt» le falta es ese punto juvenil, esas horas de garaje, ese espíritu encarnizado en una banda de compartir ideas e incluso enfrentarse por ellas y queda en un trámite discográfico, aunque aprobado de sobra.