Virales excesivos, colaboraciones «secretas», estrellas ejerciendo de padrinos, controvertidas exigencias sobre la vestimenta de los fans en sus conciertos… parece que Arcade Fire han dado en este último «Reflektor» con la tecla exacta de cómo calar en los medios. Con ese saber manejar polémica y popularidad a su antojo y -sin duda- con una maquinaria publicitaria muy bien engrasada, los de Montreal han conseguido estar en boca de todos. Y es que, pese a haber editado el que pasa claramente por ser su disco más flojo, la de Arcade Fire es la historia de un grupo llamado a definir el pop y el rock contemporáneos.
Es cierto, «Reflektor» es un disco en el que por primera vez observamos algo parecido al relleno en un disco de Arcade Fire. Pero se trata de otro disco notable, valedor de figurar en varias listas de lo mejor del año, sobre todo en las ligas mainstream en las que ya han pasado a jugar, tan pobladas por lo prefabricado. Lo que es innegable es que Arcade Fire está escribiendo la historia del pop en tiempo presente y su rápido ascenso y su repertorio están para demostrarlo.
Orquesta de freaks
Parece que hace un siglo desde que una extraña formación canadiense, casi una comuna pertrechada con violines, acordeones, bombos y órganos de iglesia, irrumpía con un conjunto de canciones de grandilocuente épica y comenzaba a despertar maravilladas críticas en las publicaciones más entendidas. El indie abría paso a esta marching band del drama dispuesta a recoger ecos de Bruce Springsteen, de David Bowie, de Neil Young, de Talking Heads, de Pixies o de Pulp para formar pronto un imaginario muy propio.
Presentados con el vídeo de “Rebellion (Lies)”, a la sazón uno de los mayores himnos pop de los últimos años, que lleva lo jovial e irreverente al siempre mórbido asunto de la muerte, su propuesta resultaba bella y extraña. En el mejor de los casos, una rara avis, un bienvenido fallo en el sistema al que era preciso prestar atención. Poco tardarían los músicos más consagrados en rendirse a sus encantos.
Arcade Fire – Rebellion Lies
Sin alejarse demasiado de su debut, “Black Mirror” ahondó en la oscuridad a la vez que ampliaba su sonido buscando diferentes vías de expansión, resucitando viejos hits para estadios que pasaron desapercibidos en sus tiempos maqueteros, como “No Cars Go” y también cultivando la elegancia en el reposo de “Ocean of Noise” o “My Body is a Cage”. El boom ya no fue tal, pero lo importante es que Arcade Fire ya no eran flor de un día, habían venido para quedarse y sin embargo se despegaban de la sombra del pop complaciente de Coldplay o The Killers.
Arcade Fire – My Body is a Cage
De Springsteen a Talking Heads
El extenso y ambicioso en su normalidad «The Suburbs» llegó entre reacciones de frialdad y desencanto. La banda sacrificó deliberadamente épica en favor de un retrato tradicionalista de la América suburbana. Pop y folk-rock de sólida composición que sin embargo ganó con el tiempo y se reveló plagado de clásicos. No se hace difícil imaginar estas canciones sonando durante décadas en las radios americanas, amenizando trayectos por interestatales. Pero aparte de reivindicar el rock y el folk más básico, destacaba la bailable y sintética “Sprawl II”, que ahora parece un adelanto de por dónde iban a ir los próximos tiros de la banda.
Arcade Fire – Month of May
Y la trayectoria de los canadienses nos lleva hasta “Reflektor”, en el que Arcade Fire, con la libertad que les da su estatus, afrontan su disco más artie y experimental, pero a la vez el más carente de hits. La excepción es “Afterlife”, una expresión colorista de las que identifican a una formación que no ha perdido la chispa.
Arcade Fire – Afterlife
El disco no rinde al mismo nivel, aunque sin duda tiene momentos muy disfrutables como esta “Normal Person”, con todo lo que tiene de resonancia de su letra en la carrera de los canadienses. Una banda que quiere escapar de la normalidad. Algo que en un mundo de copias de copias, es digno de respeto y casi una máxima por la que guiarse en la vida.