Estos últimos días he realizado un curso de «Creación Plan de Marca Digital» que me ha obligado a replantearme seriamente mi presencia online. De hecho, aunque la idea ya la tenía de antes, el curso es en gran parte responsable de que me haya lanzado a dar vida a este blog con contenidos en torno a la comunicación de forma regular, por lo que me parece apropiado dedicarle una pequeña entrada.
El curso, más que productivo, ha tenido lugar en el centro de innovación social Eutokia y ha estado liderado por Amaia García Dosouto (No te pierdas en las redes). También hemos tenido un par de jornadas sin ordenadores en las que María y Amaia (Coaching Factory) nos han ayudado a refinar nuestros proyectos, marcarnos metas, objetivos, etc. Tengo que decir que esta parte también ha sido enriquecedora pese a mi cierto escepticismo ante estas «modas» de la motivación y orientación en los últimos años.
En la parte informatizada, se puede decir que hemos visto conceptos de community management básicos, como el manejo de las redes más comunes (facebook, twitter, linkedin…), muchas de cuyas opciones a menudo pasamos por alto aunque las usemos con frecuencia. Pero lo fundamental ha sido todo lo dedicado a estrategia, pensar y planificar, algo que con la inmediatez de la tecnología nos suele resultar casi utópico. «¿Para qué pararme a pensar cuando puedo estar twiteando?», sería un poco la máxima que define a menudo nuestras relaciones con las redes sociales. Uno de los mayores errores es creer que nuestra mera presencia en las redes ya está abocada al éxito por inercia. Incluso se confunde cantidad con calidad y muchos piensan que cuanto más bombardees, más visible te harás, sin plantearte si realmente aportas algo a tus contactos o más bien les generas «ruido» inundando su muro o timeline.
Curioso por naturaleza y entusiasmado por las posibilidades de Internet desde sus comienzos, mi inicio en las redes sociales fue, como el de muchos, en el plano más lúdico. Muchos de los que hemos vivido la era de esplendor de los foros, nos tomamos el salto a estas nuevas plataformas como algo similar, otro pasatiempo con el que compartir experiencias a través de la comunicación, pero quizá no tanto un modo de «vendernos» a nosotros mismos o a nuestros proyectos. Sospecho que tampoco los creadores de estas redes sociales fueron muy conscientes en su día de que se iban a convertir en pilares básicos de Internet como hoy lo conocemos y capaces de revelar tanta información, personal y profesional de las personas.
Por eso, una de mis motivaciones para hacer el curso era tratar de averiguar, con ayuda de gente con experiencia y otra perspectiva del asunto, cómo podría ser mi esquema ideal en las redes: en cuáles estar y en qué términos. Si utilizar nombre o nicks, si poner más fotos o menos, si mezclar personal y profesional, amigos contantes y sonantes con contactos y potenciales colaboradores, privacidad estricta o visibilidad… y en eso estamos, no hay soluciones mágicas y la última palabra depende de mí, de mi personalidad y de mis objetivos. Pero sin duda que ha sido una inmersión express (apenas dos semanas de contenidos muy concentrados) que me ha ayudado a aclarar ideas a la par que me ha suscitado nuevos interrogantes a los que antes no llegaba.
Por último resaltar el inspirador entorno de las clases, con unos compañeros inquietos, llenos de ideas, dispuestos a aplicar cada conocimiento adquirido a ponerlas en marcha y también con ganas de compartir su variada experiencia. Sin duda un ambiente creativo y propicio para que no nos encontremos solos en esto de emprender, reinventarnos, crecer profesionalmente o como queramos llamarlo.
Me extendería más sobre el curso, pero como comprenderéis, tengo mucho trabajo que hacer de puesta a punto de mi branding digital.
Sólo me queda recomendar a cualquiera el curso, que seguro que tendrá nuevas ediciones y desde aquí eso sí, lamentar la falta de más tiempo para asimilar conceptos y la red disponible, que no ha ayudado a aprovechar el tiempo desde el punto de vista más técnico. Un pequeño gran tirón de orejas a Bilbao Ekintza para que mejore la pobre conexión a Internet, que tener un centro de innovación social dependiendo de una conectividad tan de la década pasada no es de recibo.